PALABRAS

"Una mirada lo cambia todo: la perspectiva, la luz, la sombra, el verso... la palabra."

CAPACIDAD CRÍTICA. UN MÚSCULO QUE HAY QUE ENTRENAR

Hace más de un año / Palabras / 0

Fecha de publicación: 25 de septiembre de 2020

Por Cristina Mª Menéndez Maldonado

Desarrollar nuestra capacidad crítica ha sido y es tan importante como el aire que respiramos. Y siento que ahora entrenar aún más ese “músculo” es vital para cada uno de nosotros.

A pesar de ello, la sobresaturación de información en redes, la crispación, el sesgo en los medios de comunicación sean del color que sean, no ayudan a hacernos una idea verdadera de lo que está ocurriendo. Nos informan, o dicen que nos informan, pero siempre es lo mismo mires donde mires. El Covid-19 es el protagonista absoluto de todos los programas, informativos, de opinión… ¿Acaso no hay otras problemáticas de las que hablar? ¿No hay otras noticias que visibilizar? Algo me huele a chamusquina, aunque toda esta goleada no me deje ver más allá de mis narices. Aun así, ejercitar los ligamentos de nuestra capacidad crítica es fundamental; cultivarlo no solo en lo que nos echan de comer por encima del redil en el que nos han metido (o nos hemos metido nosotros inconscientemente), sino también plantearnos preguntas sobre cada cosa que investiguemos, poner en “cuarentena” todo lo que nos llega o lo que buscamos conscientemente…Sí, es agotador lo sé y también una tarea imposible estar en guardia todo el tiempo. Ninguno lo estamos, pero al menos, desarrollando si quiera una mínima parte de esa capacidad, tendremos los ojos algo más abiertos.

Esta reflexión, que también se puede cuestionar, por supuesto, la vengo rumiando mucho tiempo y se ha agravado con el Covid-19. Un ente invisible al que le echamos la culpa de todos los males, aunque no sea el peor de ellos. El bombardeo sobre el mismo tema es como la noria que da vueltas gracias a un pobre burro agotado de girar.

Cuando hace bastantes años estudié periodismo se nos advertía veladamente de que si entrábamos a trabajar en un medio u otro tendríamos que “tragar” con sus inclinaciones políticas. Y yo me preguntaba ¿dónde queda la objetividad? Hace poco tiempo me sentí orgullosa de algunos periodistas que se atrevían a cuestionar las cosas, sacar a la luz los trapos sucios, vinieran de donde vinieran, pero ¿qué pasa ahora? Siento que hay una ola común en una misma dirección y echo de menos otras voces que nos cuenten versiones diferentes, miradas diferentes, incluso con planteamientos arriesgados en los medios convencionales, porque en redes los podemos encontrar, aunque nuestra cabeza eche humo de tanta información.

Hablo de que independientemente de la opinión que se defienda, aunque no estemos de acuerdo, se nos hable con datos, documentos, puntos de vista diferentes de otros modos de ver las cosas, incluso cuando se trata de mascarillas, por muy heavy que nos parezca. Cada vez más se nos lanzan titulares que no se sostienen, que no tienen fuentes fiables, que vete tú a saber de dónde vienen…Nos fiamos a pies juntillas del sello, logo, de la fuente y comemos hasta las migas de lo que nos lanzan sin cuestionarnos nada o casi nada. Nos convertimos en abanderados de otros sin darnos cuenta de que hemos perdido nuestra libertad.

Quiero escuchar otras opiniones, sin prejuicios, porque las hay y pueden ser miles de locos unidos en una verdad absurda, pero quiero ser yo la que decida si las acepto o no, porque de lo contrario mi libertad estaría en manos de otros, bienintencionados o no, me da igual. Quiero mi libertad para equivocarme sin que nadie me diga lo que tengo que pensar, no quiero que me aborreguen con una verdad única e irreversible, teñida de miedo, de alertas, como si mi propia búsqueda de respuestas suponga una amenaza.

¿Por qué debo creer que lo que me dicen por goleada, a todas horas, a tiempo y a destiempo es la verdad absoluta? El derecho a la información está recogido en la constitución como uno de los derechos fundamentales, pero, qué mal uso se hace de él. Ahora más bien parece un sucedáneo de lo que debió de ser y nunca fue. Estoy segura de que hay muchos periodistas e investigadores, de personas anónimas con curiosidad, que están tratando de mostrar otras realidades, nos gusten o no, estemos de acuerdo o no, pero si lo hacen desde la rigurosidad necesaria y sin otro interés que mostrar objetivamente otros modos de ver las cosas, lo hacen en pro de la libertad de expresión.

Precisamente en este momento estoy leyendo un libro muy triste, que me ha hecho preguntarme muchas cosas. Es la versión de una persona que sufrió en sus propias carnes los horrores del Gulag. Una de esas verdades que fueron soterradas y que pocos incluso hoy día, conocen. Se trata de “Archipiélago Gulag” de Alexandr Solzhenitsyn y al leer las primeras páginas me quedé con una frase que me revolvió por dentro: “La persona que no está interiormente preparada para la violencia es siempre más débil que el opresor” o lo que es lo mismo… “ De la oveja mansa vive el lobo”.

En mi opinión, y puedo estar equivocada, hay muchas formas de violencia, y con el paso del tiempo se vuelven más refinadas y sutiles. Violencia también es desinformación o sesgo para y por un fin oculto. Causa menos sangre pero más adeptos. Antes se eliminaba al discordante, ahora se le hace militar según en la guerra que convenga.

Todas estas reflexiones me hacen recordar películas que desde el aparente divertimento y la aventura nos lanzan algunos fogonazos de luz…Hablo de Matrix, por ejemplo...Una película para mí de referencia...

Pero, que cada cual busque sus respuestas tanto como su idea de libertad y sus prejuicios le permitan.