"Una mirada lo cambia todo: la perspectiva, la luz, la sombra, el verso... la palabra."
Fecha de publicación: 28 de julio de 2017
El marino, de barba afilada, ascendió por el obenque para avistar de cerca a uno de los gigantes. La vela mayor, la mesana y los mástiles temblaron por la proximidad del monstruo, que movía lentamente sus grandes brazos.
Desde lo alto, le gritó a su grumete:
—¡Prepara los cañones, amigo mío, que pienso hacer batalla contra estos gigantes!
—¡¿Qué gigantes, señor?! ¡Yo solo veo molinos de mar!—replicó contrariado el marinero, que hizo oídos sordos a las órdenes de su capitán. Ya sabía de sus extravagancias... Demasiado tiempo en el océano, sin tierra a la vista en la que posar la memoria, que confusa, se prodigaba en desatinos.
El viento, agitado en su propia contienda, impulsó las aspas de los molinos de mar, alejando el barco de golpe hacia el horizonte. El loco capitán tuvo que descender deprisa hasta su cámara, y aunque trató de gobernar la embarcación, el poderoso ejército de gigantes le expulsó lejos de su reino.
—¡Por Dulcinea que volveré cuando cambien los vientos!—gritaba el desdichado.
Mientras, el grumete ponía rumbo ya a otros mares más tranquilos. Siempre se tuvo por pacífico, enemigo de ruidos y batallas.
A lo lejos, los molinos de mar giraban sus aspas, danzarines sobre las aguas, con murmullos de vientos y sal.
Con este texto, participo en el concurso #UnMarDeHistorias, patrocinado por Iberdrola, que quiere celebrar el próximo estreno de su Parque Eólico Marino Wikinger, en aguas alemanas del Báltico.
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