PALABRAS

"Una mirada lo cambia todo: la perspectiva, la luz, la sombra, el verso... la palabra."

AMIZADE

Hace más de un año / Relatos / 0

Fecha de publicación: 1 de diciembre de 2023

 AMIZADE


Propiedad Intelectual  nº: 2312016266898 Safe Creative
Por Cristina Mª Menéndez Maldonado

La nieve envolvió casi por entero su casa de piedra. La helada había cubierto las ventanas con su capa de caramelo traslúcido, desdibujando el bosque.
Al abrir la puerta, una sonrisa de felicidad se extendió por el rostro de la anciana Uxía. La primera nevada del año se había retrasado, pero ahí estaba, una vez más, abrazando el paisaje.
A pesar del dolor de huesos y del frío…No podía fallar… Un año más, tenía que intentarlo.
«¡Loca! ¿Es que piensas salir hoy? Pero si estás coja, ¡Loca más que Loca!», escuchó gritar al diablillo de su conciencia, pero la voz de su corazón, inquieto y rebelde, espantó todas sus dudas.  
En el cobertizo, junto a un sinfín de cajas y objetos, rescató su viejo trineo. Cuidadosamente lo limpió con un trapo, humedeciéndolo con aceite y mimos. La madera se estiró agradecida, desperezándose. Sobre la nieve, lucía imponente, como cuando su padre lo talló, muchos años atrás. Uxía, por aquel entonces, era una niña de apenas diez años.  
Con un pincel pequeño repasó la frase azulada que su padre había escrito en uno de los listones, ahora imprecisa por el paso del tiempo. “No dejes de soñar”, decía, y en su memoria recordó el rostro ilusionado de su progenitor, en aquella Navidad de 1942. Aquel trineo fue el mejor regalo de toda su vida.  
Nerviosa pero ilusionada, colocó su ropa cerca de la chimenea para calentarla, y antes de ponérsela llamó a Néboa, su “san bernardo”, que oliendo lo que tramaba su dueña, se había escondido. La viejita no paró hasta encontrarlo… Néboa estaba agazapado bajo la cama, pero se rindió a cambio de un plato de su comida favorita.
Poco antes del anochecer, Uxía a ya estaba preparada. Se había puesto su ropa, calentada por el fuego, sus gafas y sus zapatillas de nieve. Se acomodó en el trineo cubierto de pequeñas lucecitas que abrazaban las maderas, que compró en la tienda de ultramarinos unos años atrás.  Néboa bostezaba con resignación, atado frente a los esquís.

—¡Veña Néboa, imos facelo una vez máis! —gritó Uxía y el can se puso en pie, tirando fuertemente de las cuerdas. El trineo comenzó a deslizarse junto a la ribera; su imagen de brillantes luces se reflejaba en el lago congelado, como una estela fugaz.  
Tres aldeas más al norte, Lupe, una viejita casi ciega, recosía con mucho esfuerzo unos calcetines. El tronco, que acababa de arrojar a la lumbre, protestó con un chasquido, y la anciana comenzó a tararear una canción de su infancia…
Xoaniña, voa, voa
que che hei dar pan de broa.

Xoaniña, voa, voa
vai e tráeme algunha nova.  
Y  sacó del mandil un pellizquito de pan para deshacerlo en la boca, mientras sonreía al pasado, prendido de remembranzas….
Las carreras en el patio del colegio, con el aliento entrecortado por la risa;  los lápices de colores, que cuidó como un tesoro, para que duraran para siempre, y que el tiempo perdió entre olvidos; la falda nueva de su primer baile, que no pudo disfrutar por el incordio de las horquillas de su peinado; el beso de Pepín, el  monaguillo, ebrio por el vino dominical;  y ese globo terráqueo de doña Ángela, la profesora,  en el que sus ojos daban la vuelta al mundo  en un instante, más rápido que Willy Fogg, y que recreó después, junto a Uxía, en su trineo, con el viento en el rostro, imaginando lugares exóticos, sin salir de la aldea.
¡Cuánto echaba de menos aquellos días llenos de sueños y esperanzas!  Y más aún a su amiga, que hacía más de un año que no veía.
En un instante en el que Lupe levantó la vista de su labor, vio un destello tras la ventana, y se asomó a mirar. El atardecer tenía hebras de noche, y pensó que sería alguna estrella temprana. El ladrido de Néboa le confirmó lo que su corazón ya imaginaba.
— ¿Estás louca Uxía?.  ¿Por qué viñeches nesta noite fría, muller?
—Veño por ti, tontina. Pasaremos o Nadal na miña casa. Coma cando eramos nenas, ¿lembras?
—Xa somos dúas vellas, Uxía. Non temos corpo para gaitas —dijo la anciana, fingiendo seriedad, cuando en realidad se sentía feliz.
—Non deixes de soñar. Iso dixo meu pai
—Estou case cego, Uxía. Xa non vexo nin os calcetíns...
—Para soñar só tes que pechar os ollos, rapariga…
Lupe la miró en silencio, aguantándose la risa, hasta que ya no pudo más y contagió a su amiga. Néboa las miraba resignado, como a dos locas de atar.
—Nin a risa nin os soños teñen idade. —dijo Uxía, mientras ayudaba a Lupe a subir al trineo.
El camino de vuelta a la casa  fue más lento. Las dos amigas no paraban de reir. Néboa gruñía por lo bajo.
—Non rosmes Néboa, que cheguemos o teu prato favorito, meu amigo. E para ti, Lupe, unha cunca de chocolate quente…Así que os soños serán máis doces.  

Traducciones del galego: 

Amizade: Amistad

Xoaniña, voa, voa
que che hei dar pan de broa.

Xoaniña, voa, voa
vai e tráeme algunha nova.

Mariquita, vuela, vuela, que te daré pan de mijo.
Mariquita, vuela, vuela, Ve y tráeme alguna noticia.

  ¿Estás louca Uxía?.  ¿Por qué viñeches nesta noite fría, muller?
—Veño por ti, tontina. Pasaremos o Nadal na miña casa. Coma cando eramos nenas, ¿lembras?
—Xa somos dúas vellas, Uxía. Non temos corpo para gaitas —dijo la anciana, fingiendo seriedad, cuando en realidad se sentía feliz.
—Non deixes de soñar. Iso dixo meu pai
—Estou case cego, Uxía. Xa non vexo nin os calcetíns...
—Para soñar só tes que pechar os ollos, rapariga…

¿Estás loca, Uxía? ¿Por qué viniste en esta noche fría, mujer?
 Vengo por ti, tontina. Pasaremos la Navidad en mi casa, como cuando éramos niñas, ¿te acuerdas?
Ya somos dos viejas, Uxía…No tenemos cuerpo para gaitas
 No dejes de soñar. Eso dijo mi padre
 Estoy casi ciega, Uxía. Ya no veo ni los calcetines…
 Para soñar solo hace falta cerrar los ojos, chica…
 Ni la risa, ni los sueños tienen edad.

Non rosmes Néboa, que cheguemos o teu prato favorito, meu amigo. E para ti, Lupe, unha cunca de chocolate quente…Así que os soños serán máis doces. 
 No protestes Néboa, que cuando lleguemos te daré tu plato favorito, amigo mío. Y para ti, Lupe, una taza de chocolate caliente…Así es como los sueños serán más dulces.