Diosa Madre Tierra. Pintura de Jennifer Alarza
Hace más de un año / Simbología / 0
"Una mirada lo cambia todo: la perspectiva, la luz, la sombra, el verso... la palabra."
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Fecha de publicación: 6 de junio de 2015
Esta imagen de Jennifer Alarza, Diosa Madre Tierra respira entre dos mundos.El universo de la Diosa y el de la mujer, ambas relegadas a largo de la historia, al gineceo del silencio.Un silencio que ha sido su cobijo para inventarse, su recinto secreto y también su cárcel, pues posee las dos caras. La del olvido, el repudio, la subyugación, y la que mantiene en secreto su más íntima esencia.
La representación de la Diosa Madre Tierra ancestral, con sus pies como raíces, y sus cabellos repletos de hojas, se ha inspirado en la “pose” de la bellísima Lilith[1] del pintor británico John Maler Collier (27 de enero de 1850 — 11 de abril de 1934).La rodean además numerosos símbolos que están en conexión diferentes divinidades femeninas y que son: Dos serpientes, símbolo de la fertilidad y la sabiduría. (Ejemplos de la Diosa con dos serpientes lo encontramos en la Minoica hallada en Cnosos a la cual se la representó con una serpiente en cada mano, al igual que Manasá, la Diosa de la prosperidad y la fertilidad hindú. O la serpiente que coronaba a los faraones de Egipto, símbolo de su alta iniciación y divinidad…)
Una de las serpientes que rodean a la Diosa es alada y representa el mundo de lo sutil, en tanto que la otra lo es del terrenal. Las dos serpientes entrelazadas en el cuerpo de la Diosa hablan del 8, símbolo del equilibrio entre dos fuerzas opuestas, la de la tierra y la del cielo, además del eterno movimiento cósmico de regeneración y de la energía kundalini que asciende por cada uno de los chakras.La luna en sus tres fases revela la parte mágica de la Diosa y es el símbolo de la Isis. Ella fue venerada en Egipto desde el año 3000 a J.C hasta el siglo II de nuestra era como la Gran Madre Diosa del Universo. La luna está asociada a lo femenino y unida a la vida, a la fecundidad. Es símbolo de la intuición, del inconsciente y de los sueños.
En el vientre de la Diosa hallamos el laberinto que encarna el camino de eterno retorno a la Diosa, hacia su centro, donde descansa ella y no el terrible Minotauro devorador de hombres de los cultos griegos. Es la hilandera Ariadna, Diosa Araña, la que siempre nos ayuda a encontrar la salida, en su tejer infinito de eterno retorno.La Diosa primigenia, vientre y tumba del ser se convierte en mariposa, símbolo de transformación, igual que la existencia, en constante cambio.El árbol divino que rodea a la Diosa, es ella misma, pues en la antigüedad la Diosa fue entendida como el árbol cósmico. Las raíces nos conectan con los secretos del mundo, en las cavernas del subconsciente, para a través de sus ramas viajar a los reinos del espíritu, de la luz. En este árbol una palabra hebrea se esconde entre sus ramas, la Shekiná[2], que para muchos estudiosos del judaísmo y la cábala representa la divinidad femenina.
[1] Lilith (del hebreo: לילית) es una figura legendaria del folclore judío, de origen mesopotámico que se dijo fue la primera esposa de Adán, anterior a Eva, y que fue creada por Dios al mismo nivel que su compañero, a diferencia de Eva. Su representación hoy es la esencia de la fuerza femenina, la imagen de su autoafirmación.
[2] la Shekinah. Este término שכינה significa morar, habitar. La Shekinah habita en la naturaleza, y ésta tiene por ello un carácter sagrado, que todas las culturas han venerado siempre como una Diosa o Madre Cósmica. En cábala se la denomina la Divina Princesa. Diosa Madre Tierra. La Shekinah reside en la tierra y es la seguridad del ser humano de que lo divino está a su lado por toda la eternidad.
Pintura al óleo de Jennifer Alarza
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