"Una mirada lo cambia todo: la perspectiva, la luz, la sombra, el verso... la palabra."
Fecha de publicación: 21 de febrero de 2019
Tal vez ha sido culpa de una conjunción astral extraña, de una superluna roja con eclipse solar en 25º oeste, quizá un meteorito a punto de chocar con la tierra; la sobresaturación en la red, o las interminables obras del Canal de Isabel II frente a mi casa...Es posible, pero la gota que colmó el vaso fueron estos MALDITOS ZAPATOS.
El día se presentaba movidito y la noche anterior me acosté con la perturbadora sensación de que me iba a pasar la jornada siguiente corriendo de un lado a otro, como peonza desbocada, o como "caballo psicótico" como decía el genial Robin Williams en la inolvidable· "Jaula de grillos". Y aunque tuve pesadillas aquella noche, nada hacía presagiar que la cosa iba a ser tan espasmódicamente trepidante...(Si lo hubiera sabido habría comprado litro y medio de "rescue" y varias docenas de cajas de Sedatif)
Aunque por suerte todo ha tenido un final feliz, el día me hubiera servido, sin duda, para hacer un cortometraje o tal vez uno de esos monólogos del Club de la Comedia en el que la gente cuenta sus batallas a golpe de carcajadas...
Mi batalla comenzó unos días antes...Se avecinaba una conjunción de citas importantes en una misma fecha. Me llamaron de TVE para grabar la locución de una miniserie titulada "Conflicto Fatal: Judea y Roma" y yo que creo tanto en las sincronías pensé..."Prepárate maja que esto es premonitorio". Así fue... La convocatoria, a las 11:30 de la mañana en Prado del Rey me dejaba un margen corto para volver a casa, comer como los pavos y acudir a una entrevista de trabajo, solo unas horas después. Se avecinaba el Fatal Conflict...
Al llegar a la locución, con medio centenar de sedatifes bajo la lengua y otros tantos chupinazos de Rescue para calmar mis nervios, salí más o menos airosa de mi intervención, agradecida por la oportunidad. A los ojos de la directora, Ana, había proyectado como nunca la voz y recordamos entre risas mi primera vez hecha un manojo de nervios. También entre carcajadas le expliqué que mi tranquilidad era debida al empastillamiento de remedios homeopáticos y de flores de back que había tomado solo media hora antes. Estaba de lo más Happy...
Cuando salí, escopetada de RTVE llegué a casa sin aliento y me preparé un filete de soja, vuelta y vuelta, sobre el que estampé, con prisas, unos trozos de queso de los que parecen una butifarra. Los nervios por arreglarme para entrevista, comer, ir al baño y calzarme los zapatos nuevos de tacón no me permitieron ver lo evidente: Había masticado mi hamburguesa de soja sin quitarle el envoltorio al queso, por lo que estuve escupiendo papel hasta que casi cerré la puerta.
Sin tiempo para nada más, caminé por la calle que me separa del metro de Usera por una empinada Isabelita Usera para darme cuenta horrorizada que los zapatos me sobrecalentaban el metatarso, lanzándome pellizcos eléctricos a cada paso. Los dedos de mis pies, aglutinados como una garra de pájaro se agolpaban a pocos centímetros de la puntera tratando de sobrevivir a la presión. Mi falta de costumbre (siempre llevo zapato plano) unida a esos MALDITOS ZAPATOS DE TACÓN estaban convirtiendo el ascenso hasta el metro en una tortura china (y no lo digo porque viva en un barrio oriental, no)
Con desesperación rebusqué en mi bolso para encontrar el aparatillo musical y animar mi paso con alguna canción motivadora, por lo que marqué el ritmo de un mambo a la italiana para llegar hasta el metro.
Por el camino, con mi mente ofuscada en pensar en los tramos de escalera de la estación, esquivé a un hombre con un cartón de tomates, a una señora y su carrito, a un repartidor de propaganda...Por suerte no me estampé contra el suelo y mantuve airosa el equilibrio, tratando de dar vigor a la cancioncilla de marras...Si Sofía Loren había movido las caderas con gracia yo debía al menos intentarlo, pero no hizo falta, el bamboleo provocado por los pellizcos en el metatarso me empujaron hasta mi destino, con un movimiento espasmódico que hubiera merecido sin duda la caja entera de tomates.
Por suerte, llegué a tiempo a entrevista que fue agradable y pude aquietar los nervios que siempre afloran en el peor momento, como un tic nervioso ofuscado y batallador.
Lo malo fue el retorno, aunque doy gracias de que las escaleras mecánicas funcionasen todas y que ningún graciosillo le diera al botón de parar como pasa a veces. Aunque estuve de pie un buen rato, enseguida quedó libre un sitio y pude sentarme y descansar la espalda, encorvada de tanto guardar el equilibrio para soportar a la pata coja mi dolor de pies. ¡Malditos zapatos de tacón!, mascullé en silencio como una letanía.
La cuesta abajo por Isabelita Usera no fue mejor. Ni el mambo, ni el heavy metal, ni los pajaritos me hubieran ayudado a sobrellevar el intenso ardor en mis plantas. Y para colmo, sin poder maniobrar más que de frente como un trenecillo turístico, no pude esquivar un cartel adhesivo que llevé un buen rato pegado a mi pie derecho...No quería parar, necesitaba llegar cuanto antes a mi casa y arrojar esos malditos zapatos lejos de mi vista.
Todo acabó en cuanto cerré la puerta y lanzando improperios mandé los zapatos al cuarto oscuro (un mueble donde guardo los zapatos que menos me pongo y que tengo que cerrar a presión)
El dichoso cartelito pegado a mi zapato lo tiré a la basura, creo que anunciaba rebajas, pero no entendí nada...estaba en chino.
Acabo de calzarme mis zapatillas de casa... mis tiernas, blanditas y peluchonas zapatillas de felpa. POR FIN... Ahora estoy en la gloria, sin duda... Con ellas iría al fin del mundo.
1 COMENTARIO
Pili moral · Hace más de un año · Responder
qué bueno, Cristina! eres una valiente, los zapatos querían que te rindieras pero no lo consiguieron!!