PALABRAS

"Una mirada lo cambia todo: la perspectiva, la luz, la sombra, el verso... la palabra."

VIOLETA VARELA. COMPRENDERNOS PARA COMPRENDER EL MUNDO

Hace más de un año / BLOG LOS ZAPATOS ROJOS DE DOROTHY / 0

Fecha de publicación: 17 de julio de 2017


 «Al entendernos, disfrutarnos y hacernos plenas a nosotras mismas, comprendemos cuanta simbiosis nos une con el mundo y con quienes compartimos la humanidad, que son los hombres» 

Violeta Varela García, psicóloga y psicoterapeuta junguiana tomó conciencia a la edad temprana de 11 años de que podía pensar, decidir por sí misma con independencia del resto de las personas, y decidió que en su futuro trabajaría con la mente.  Sintió la certeza reveladora de que a través de la psique era posible cambiar el entorno y el mundo que le rodeaba, una conclusión muy avanzada en la visión de una niña. Cuando las opciones vitales podían ser complicadas, pues Violeta vivía en Valladolid y para estudiar tenía que viajar a Salamanca, no dejó de luchar por su sueño de ser psicóloga. Calculó los gastos que podrían suponer sus estudios universitarios y con empeño materializó su meta. «No solo tenemos que tener la idea en la cabeza sino indagar cómo llevarla a la práctica, atreverse», comenta Violeta, recordando esos días pasados. En la Universidad opina que le orientaron y disciplinaron hacia un objetivo, en el marco de los convencionalismos de un determinado gremio, aunque precisamente esos condicionantes son también un modo de ubicarte socialmente o un peldaño desde el que partir. La experiencia luego facilitó llegar a su manera de entender la psicología que, como ella misma comenta, no pierde los orígenes de esta disciplina desde la filosofía, ahora que está ubicada junto a la biología y a la medicina por pertenecer a las Ciencias Sanitarias. En esa búsqueda y su trabajo en el área social, en servicios de atención a víctimas de violencia de género, se acercó más a los planteamientos del psicólogo suizo y fundador de la psicología analítica, Carl Gustav Jung (1875-1961), y esa salida laboral le llevó a la psicología Analítica junguiana que hoy desarrolla de forma privada en su consulta junto a técnicas para la modificación cognitivo-conductual y Coaching, que promueven el autoconocimiento para el desarrollo del equilibrio personal ante los desafíos y expectativas vitales. 


1.       ¿Cuál es tu interpretación simbólica, psicológica y arquetípica de “los zapatos rojos”?

En el libro Clarissa Pinkola Estés, “Mujeres que corren con lobos”, esta autora creó lo que denominó “la mujer salvaje”, una forma del arquetipo primordial que para Jung es el “Sí mismo”, un punto en el que te apoyas para tirar de una fuerza interior. La mujer salvaje para Picola Estés representa el alma o “Sí mismo”, al que cada uno se acerca a su manera, la cual permite el acceso a unos recursos que son eternos a través de nuestro “centro” interior. Los zapatos rojos tienen relación con el instinto, entendido como impulso que contiene también conocimiento de “abajo a arriba”. Lo carnal no como pecado, sino como aprendizaje valioso de nuestra propia naturaleza, que conecta con el inconsciente colectivo. Sin embargo, también tiene el peligro de que los impulsos impongan una actividad frenética, sin que se pueda parar, por tanto, no lo podemos dejar de hacer incluso cuando hace daño. Clarissa Pinkola comentaba, al hilo del cuento “Las zapatillas rojas” que: «a una mujer se le puede arrancar, robar y amenazar su vida más significativa o se la puede apartar de ella, a no ser que conserve o recupere su alegría básica y su valor salvaje. El cuento nos invita a prestar atención a las trampas y los venenos con los que fácilmente tropezamos cuando estamos hambrientas de alma salvaje.

María Magdalena. Foto Gerson A. de Sousa

2.-El arquetipo de la Diosa, el eterno femenino ¿Cómo puede analizarse desde la psicología Junguiana? También la figura de María Magdalena, en la historia de la humanidad, puede ser analizada desde la psicología de los arquetipos de Jung ¿Qué conclusiones se pueden sacar de ello?

El concepto Diosas para mí es muy amplio. Jung habla de que tenemos una parte inconsciente cruzada: Las mujeres el “animus” masculino y los hombres el “ánima” femenina, en ambos casos es inconsciente, compensatoria en el camino vital hacia la integridad, "individuación" o para vivir a través del “centro” de nuestra persona. La faceta femenina, según la entiendo, me permite acceder al conocimiento por el instinto. Se trata de conocer, no a través de la razón sino de la intuición, lo que muchas veces se denomina “sexto sentido” femenino. Tiene que ver con que los humanos somos mucho más que la parte cognitiva, que podemos aprender y responder a las cosas del mundo, no solo por los conocimientos que tenemos sino por formas de entendimiento más profundas. A través tanto del conocimiento intelectual, racional, como intuitivo, irracional, podemos acceder al “inconsciente colectivo”. En cada ser humano puede predominar uno u otro, teniendo en cuenta la clasificación de Jung de los “tipos de personalidad”, en ella habla de cuatro funciones psíquicas diferenciadas, distribuidas entre principal y auxiliar, con sus correspondencias en el inconsciente. Toda capacidad para sintonizar o vivir incluyendo funciones de personalidad irracionales es lo que representan las Diosas, es decir, son la forma simbólica y humanizada del aspecto intuitivo de la humanidad. Las mujeres sentimos los aspectos “viscerales” o instintivos muy cercanos (en la maternidad es muy evidente) y los hombres parecen más alejados de ello, especialmente en las religiones monoteístas, por lo que es difícil que esto tenga un valor y sea rechazado. Por eso María Magdalena y la Virgen representan dos aspectos femeninos que no están unidos: la parte instintiva carnal y pecadora se separa de la espiritual y virtuosa, sin embargo, la mujer completa necesita de las dos. Sombra y luz son parte de la Diosa. Todos los arquetipos tienen dos polaridades, la luz y la sombra. Al separar, por un lado, a la Virgen María personificando la luz y, por otro, a María Magdalena que sería la sombra, se abre una “herida” o se da una ruptura entre la perfección inalcanzable ensalzada a los altares y la impureza por faltas que necesitan ser perdonadas o purificadas. El personaje de María Magdalena no puede identificar su parte sagrada porque aparece “negando que sus heridas proceden de la misma fuente que su poder” (citando a Carmen Cristina Wolf). Hacer consciente que en la parte que se crea la herida se genera una “búsqueda” de regeneración, pone en marcha un proceso psicológico de transformación que lleva a la reforma y reinterpretación del símbolo, integrando la sombra. Lo “auténtico” requiere de los opuestos para completarse.

3.- ¿Háblame del proyecto que estás desarrollando con una bióloga desde el punto de vista de la psicología junguiana?

Surgió a través de una amiga a la que conocí en una formación como promotora de igualdad a través de un programa europeo. Ella pasó una situación difícil pues deseaba quedarse embarazada, sin conseguirlo, y fue la que me conectó con su hermana, que es bióloga, con la que estoy embarcada en el proyecto. Ese proceso de espera ante la maternidad, que mi amiga vivió, lo hizo consciente para tener una actitud más serena ante el malestar y el conflicto; para ello, su hermana investigó a fondo el ciclo menstrual, que incluye la ovulación, empapándose de varios manuales y escribió un texto en el que hablaba mínimamente desde el punto de vista científico, en realidad había escrito intuitivamente una metáfora simbólica de la mujer. El texto, que les impactó emocionalmente a ambas, me lo enviaron a mí para que aportara el punto de vista de la psicología junguiana y hubo, incluso, un cambio del modo de ver la vida en nosotras. A raíz de ello, mi amiga se quedó embarazada y tuvo a su hija, entre la bióloga y yo ha habido un fluido intercambio de conversaciones y de ahí ha surgido la idea de hacer un libro con nuestras conclusiones. En definitiva, de un conflicto ha nacido lo que hemos vivido como un cambio de modelo abierto hacia un proyecto común: hemos tomado decisiones derivadas de la colaboración entre mujeres, que han cambiado, a su vez, el concepto de quién soy. Esto me lleva a señalar, ¿qué es crisis, y qué es vida normal? En realidad, no hay diferencia. La misma situación, te lleva a donde necesitas llegar.  

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